La lucha en y a través de los derechos humanos ha sido vista, en términos generales, como algo benéfico por sí mismo (e.g. Ferrajoli, 1999, Alexy, 2007) incluso desde algunas posturas que se asumen como críticas (cf. Correas & Del Gesso, 2003). Este optimismo sobre las posibilidades transformativas de los derechos humanos resulta comprensible. Mientras los grandes referentes de emancipación social del siglo XX, como las ideas libertarias y comunistas comenzaron a perder su poder aglutinador en las luchas cotidianas de la gente común, los derechos humanos lograron articularse como una opción válida aún en el momento de transición que significó la caída del socialismo realmente existente (Santos, 2009, 509- 510).