La Constitución de 1991, y el devenir jurisprudencial de la nueva Corte Constitucional, trajeron consigo una verdadera revolución intelectual en relación con la forma de interpretar los textos constitucionales y legales en general.
En efecto, aunque los especialistas en filosofía del derecho en Colombia ya tenían conocimiento de las obras que en el mundo entero pregonaban, desde hace décadas, las doctrinas contrarias a la interpretación semántica del derecho, lo cierto es que nuestros jueces continuaban, y muchos de ellos continúan aplicando los textos normativos vigentes, sin perjuicio de un cierto margen de libertad creativa basada en los diversos métodos clásicos de interpretación jurídica, en los casos oscuros y en los vacíos o lagunas normativas. Es decir, se tenía y parcialmente todavía se tiene, una visión positivista del derecho y de su aplicación.